Una lista de personas

Cande Gianfrancisco
2 min readApr 25, 2022

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El viejo verde de la ferretería encabeza la lista. Cada vez que voy a comprar los tornillos para la que ha sabido ser tu bicicleta, lo ractifico. Habla y la saliva se le escapa a través de sus dientes amarillos llenos de sarro, inundandome de olor a tabaco, y yo me lleno de ira. Hace tres años, me acuerdo, la vecina nos vino a traer la virgencita que andaba girando por las casas del barrio para orar por su salud. Parecía una batalla perdida, pero nada más poderoso que el rezo de viejas curanderas. Quizás, si no agotaban sus fuerzas en él, al año siguiente, hubiesen alcanzado para vos. Así que yo imagino su último respiro, y ni un ápice de culpa me da cambiarlo por el tuyo.

Claro que con él es fácil. Pero, como un juego, aumenta la dificultad al subir de nivel. El problema es cuando llega al nombre de papá. La saliva se transforma en fuego. Pero siempre lo confirmo, hasta cuándo me besa la frente antes de dormir. Ahora me da dos, el mío y el que sería para vos. Su mirada no es triste, sino vacía. Cómo si el hueco que dejaste se hubiese colado en todos los rincones. No la soporto. Ni como me mira, ni como come haciendo esos ruidos que a vos tanto te molestaban, ni como suenan las llaves que cuelgan siempre de su cinturón marrón, ni como dice mi nombre. No lo aguanto porque todo él denota tu ausencia. Entonces, está en la lista, porque prefiero su muerte al recuerdo constante de la tuya.

Vos en vida siempre me cuidaste mucho más. Me enseñaste a andar en bicicleta sin rueditas y como correrme de las espectativas de los demás. Mientras yo buscaba complacer a todos, siempre que miraba hacia un costado estabas vos diciéndome que estaba bien ser como soy. Ahora no hay nadie. Y tampoco sé quién soy, porque lo que más me gustaba de mí era ser tu hermanita menor.

Con tu muerte te llevaste tanto, que en la lista están todos los nombres de las personas que conozco, porque nunca ninguna se asemeja a vos. Ninguna va a causar sonrisas sinceras en cada lugar que entren, ni me va a contar cómo comprar alcohol disimuladamente en el chino de la esquina. Ninguna va a hacer que papá se golpee el pecho de orgullo, ni que mamá largué lágrimas de emoción. Ninguna va a lograr que 20 amigos se pelen, sabiendo que el destino de la mitad es que no le crezca ni un pelo más. Ninguna va a lograr que se llenen las redes de palabras. Por ninguna voy a sentir nunca un amor tan incondicional.

Por eso, Fer, la lista nunca envejece, especialmente dónde el nombre es el mío. Porque vos si ibas a saber cómo traer de vuelta la alegría a la casa, no como yo, que cada día voy más hondo con la esperanza de encontrarme con vos.

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Cande Gianfrancisco

Me divierto jugando a ser escritora. Ahora también soy psicóloga. Y siempre me quejé un montón.